quarta-feira, 21 de dezembro de 2005

Ideas

Quisiera desarrollar la idea de que el hombre sano no tiene ideas. A veces pienso que las ideas religiosas, morales, sociales, políticas, no son sino manifestaciones de un desequilibrio del sistema nervioso. La historia, la indefectible historia, va a contrapelo de las ideas. O al margen de ellas. Para hacer la historia se precisa no tener ideas, como para hacer dinero es necesario no tener escrúpulos. Las ideas y los escrúpulos - para el hombre acosado: aquel que llega a sonreir con el amargo rictus del triunfador - son una rémora. L historia es como la circulación de la sangre o como la digestión de los alimentos. Las arterias y el estómago, por donde corre y en el que se cuece la sustancia histórica, son de duro y frío pedernal. Las ideas son un atavismo - algún día se reconocerá -, jamás una cultura y menos aún una tradición. La cultura y la tradición del hombre, como la cultura y la tradición de lahiena o de la hormiga, pudeiran orientarse sobre una rosa de tres solos vientos: comer, reproducirse y destruirse. La cultura y la tradición no son jamás ideológicas y, sí, siempre, instintivas. La ley de la herencia - que es la más pasmosa ley de la biología - no está ajena a esto que aquí vengo diciendo. En ese sentido, quizás admitiese que hay una cultura y una tradición de la sangre. Lo biólogos, sagazmente, le llaman instinto. Quienes niegan o, al menos, relegan al instinto - los ideólogos -, construyendo su artilugio sobre la problemática existencia de lo que llaman el "hombre interior", olvidando la luminosa adivinación de Goethe: está fuera todo lo que está dentro.
Algún día volveré sobre la idea de que las ideas son una enfermedad.
No merece la pena que nos dejemos invadir por la tristeza. La tristeza también es un atavismo.

Camilo José Cela
Palma de Mallorca, 18 de junio de 1957.

Um comentário:

Anônimo disse...

Que bom ler-te. Melhor ainda é saber que voltaste a escrever, já estava com saudade.

Quero sugerir o http://ventusmortis.zip.net